Martropía

¿Qué le dijo al miedo?
¿Qué fue lo que le dijo en las habitaciones continuadas
que se fueron apagando? Que se fuera.
¿Qué le dijo a su hijo con el miedo en la boca, a veces para entregarse ansioso, para salvarlo, obvio, para perpetuarse? Que aprenda.
¿Qué le infundió al cansancio que se le tornó morada y sin su osamenta sólo era un payaso que ya no cargoseaba?
¿Qué le aseguró a su propia alma, en el badén al que la bruma le quita morbo? Parado, como si fuera sobre sus pupilas, viéndolo todo vigorosamente, viendo en sí las ecuaciones que laten tras el milagro, la incomoda sonoridad de un hueso de uno, la muerte, torvamente, a la que, ¿cómo decirlo?, ¿qué se le pregunta?



Quietud de la siesta. En el barrio se escucha el silbato de las fábricas y el repicar de los vagones pasando entre las estaciones Núñez y Belgrano. Horas demoradas buscanco acordes en un cuerpo de ébano. Levedad del gorrión que descubre entre el follaje la forma de su anelo. Dibujos en tinta china y títulos anotados en un cuaderno escolar. Ensueños en discos de vinilo. Mate cocido y galletitas.
¿Qué huella indeleble marcó el rumbo del poeta? ¿Qué palabra dormida en la esquina tiznó la luna con su nácar?
Tonada adolescente que aún despierta en el altillo donde reviven las guitarras.
Arrebato de la música, diapasón de rieles dejándose llevar por los durmientes. Y la voz que armoniza con el eco de un furgón vertiginoso.
En el crepúsculo el tren llegó hasta el río. Y los trazos cambiantes de la orilla fueron cuerdas tensionadas en el devenir de la marea.
¿Cuándo el espíritu se hilbanó al cielo? ¿En qué pentagrama encontró el rumbo sur de las entrellas?
El vapor de la locomotora detenida apenas ocultó el bermellón del lucero. Y la melodía que todo lo redime rozó el alma del músico con sus manos.
Así la canción fue revelada en la margen más lejana del estuario.

Este libro de Juan Carlos Diez es una joya para los que gustan del arte del flaco. Se recomienda no quedarse sin leerlo.